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Categoría: Editorial
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El término quizás no sea el más apropiado, pero queremos garantizar que se entienda exactamente de lo que estamos hablando. Puesto que si decimos que nuestro país ya no es un país sub-desarrollado, si no en vías de desarrollo de pronto se nos suben los humos a la cabeza. Nos olvidamos de la enorme brecha: económica, política, social y de calidad de vida (bienestar) que nosotros aún tenemos frente a las economías más avanzadas.

Se supone que el rol primordial de todo Estado debe de ser el de garantizarle a sus conciudadanos unos niveles de bienestar, seguridad, protección y garantías civiles que le permitan tener una vida plena y satisfactoria. Todos sabemos que esto es un pensamiento utópico sobre todo en economías como la nuestra.




La pregunta es entonces, ¿qué debemos exigir, cuestionar, modificar del accionar de nuestros gobernantes para garantizar un ambiente distinto? ¿Podemos asumir como correcta la ruta por la cual transitamos hasta el momento? ¿Son estos los lineamientos que debemos promover a nuestras actuales y futuras autoridades para garantizar el éxito de nuestros esfuerzos colectivos? Si analizamos los principales indicadores sociales y económicos de nuestro país en este momento, entonces definitivamente es mucho lo que debemos cambiar.

Vamos a simplificar el análisis y sencillamente decir que si adoptamos el estándar y nivel de desarrollo de Europa y EEUU como parámetro de comparación para crear las redes de: inversión y gasto social, programas de pensiones, compensación por desempleo, planes médicos y subsidios agropecuarios se requiere una base económica importante.

Es decir que lo primero y fundamental es que si no alcanzamos un estadio importante de producción per-cápita anualizada no es posible financiar los planes sociales, y elevar los niveles de protección hacia los estratos más desprovistos de la sociedad. Por tanto nos atrevemos a sugerir que nuestras autoridades fortalezcan las estructuras públicas que persiguen elevar los niveles de bienestar colectivo a partir de las experiencias y la realidad presente de los países del Sudeste Asiático, China e India.

Sobre todo en los países conocido en un momento como Tigres Asiáticos la creación de una red de provisiones que típicamente se denomina Estado de Bienestar están supeditadas no a quienes lo necesitan, si no en base a cuáles son los rendimientos marginales (productividad) de la masa laboral del sector que se pretenden proteger o promover. De tal suerte que las industrias más productivas son las que más rápidamente reciben la protección estatal.

Beneficios

De tal suerte que los trabajadores, y las familias que más beneficios recibieron (en estos países) no fueron los que necesariamente más los necesitaban desde el punto de vista físico, si no los que participaban en las industrias más productivas y valiosas del país. Finalmente estos beneficios no eran administrados por los Ministerios, como es el caso acá, si no que se formaron corporaciones (el caso Coreano por ejemplo) para que nadie se llevase la impresión de que las pensiones y los beneficios médicos eran y son una obligación del Estado.

¿Podremos nosotros los Dominicanos, en esta etapa de nuestro desarrollo en la que nos encontramos y con estos niveles de deuda y descapitalización Estatal, construir una red de protección social que promueva el crecimiento económico, la productividad y la eficiencia? ¿O seguiremos engordando esquemas asistencialistas parasitarios que sólo dificultan aún más los niveles de déficit fiscales y falta de productividad media de nuestra gente? Es hora de aprovechar el punto de inflexión en el que nos encontramos y modificar y mejorar nuestras políticas de creación de Bienestar. ¿Tarde? ¡No! Siempre se puede comenzar a hacerlo diferente.